MARCA.COM TE DESCUBRE AL NIÑO PRODIGIO DEL TENIS

Jan Silva tiene sólo seis años pero ya es una persona reconocida en el mundo del tenis, su gran pasión. Estadounidense y afincado en París junto a su familia, el ‘peque’ lleva pegado a una raqueta desde que tiene noción. Entrenado por uno de los mejores maestros de este deporte y con Federer y Nadal como referencias, Jan y su familia tienen puestas las miras muy arriba. Recién llegado de las pistas y sentado en el salón de casa, Jan atendió la llamada de MARCA.com…

A qué edad empezamos a ser conscientes de lo que hacemos, de lo que queremos, de lo que nos gustaría ser en un futuro? En este caso, a Jan le ha venido rodado. A los dos años, peloteaba con un póster de James Blake que tenía en la puerta de su habitación de Sacramento; a los tres años, era un fijo del Gold River Racquet Club, donde su madre impartía clases; y a los cuatro años saltó a la palestra en los medios de comunicación de todo el mundo, que se hicieron eco del traslado de Jan, sus padres y sus dos hermanos de Estados Unidos a París, donde el joven pasaría a formar parte de la familia de la Academia de Patrick Mouratoglou.

Ahora vive en Versalles. Tiene las ocupaciones de cualquier niño de su edad, pero cuando recibe la llamada de MARCA.com… “Qué estás haciendo Jan? Viendo un partido de tenis en la tele (se ríe)”. El mundo de la raqueta es la gran pasión/afición de este niño, que tiene entre ceja y ceja “ser el mejor tenista del mundo. Cuando sea mayor quiero ganar Wimbledon y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos”, señala.

El día a día de Jan es como el de cualquier chaval de su edad. “Voy todos los días a la Escuela Pública Francesa y lo que más me gusta es el recreo. Luego suelo entrenar una hora en la pista y media hora de físico al día. No más de dos horas diarias y cuatro días a la semana”, dice Jan, que sorprende por lo claro que parece tener su futuro. “Me gusta mucho el tenis y quiero ser el mejor tenista del mundo. Pero si no puedo ser tenista, me gustaría ser científico o médico”, añade.

Federer y Lebron James como referentes
Jan busca la fórmula del éxito en el entrenamiento diario, con su raqueta Roger Federer 26 júnior en mano. De momento, “ya he jugado algunos torneos, pero nunca con alguien de mi edad. En Francia he jugado con niños de 9 años y suelo ganar, pero en Estados Unidos juego contra niños de 10 años y no juego tan bien…”, confiesa Jan, que tiene como referente al actual número dos del mundo. “Mi jugador preferido es Federer porque tiene un revés como el mio y porque gana muchos partidos, menos cuando juega con Nadal, que es mi segundo jugador favorito. No les conozco, pero sí me gustaría. Conozco a Gäel Monfils, Marcos Baghdatis, Sam Warburg, Mark Knowles, Dmitry Tursunov, Jarkko Nieminen…”, comenta con la boca henchida.

‘El Tiger Woods del tenis’, como fue apodado en su día, tiene los hobbies propios de un niño de su edad. “Además del tenis, me gustan el fútbol -también lo practica a diario-, el baloncesto y el béisbol. También me gusta mucho jugar con mis amigos al escondite o tocar la batería”, explica. “Cuando estoy en casa, escucho música de Chris Brown, veo los dibujos animados de ‘Ben 10’, mis preferidos, y veo películas en la tele. ¿Mi favorita? ‘Hancock’ de Will Smith. Grité al final de la película cuando él casi muere…”, añade con inocencia.

Jan nunca ha estado en España, pero “mi papá me ha dicho que España tiene muchos jugadores asombrosos como Nadal, Ferrer, Ferrero… y el equipo de baloncesto con Pau Gasol y Ricky Rubio. Pero mi jugador de baloncesto favorito, Lebron James, les ganó en los Juegos Olímpicos de Pekín”, se ríe. Antes de colgar, el ‘peque’ quiso mandar un mensaje a sus fans en España. “Gracias por el apoyo. Espero un día ser lo suficientemente bueno como para jugar allí delante de toda la gente que me anima. Quiero ser un gran campeón como Nadal”. Las bases las tiene bien asentadas.

Sus padres dicen que nada ha cambiado
Gran parte de culpa de que Jan sea como es la tienen sus progenitores. Scott Silva, su padre, fue jugador de baloncesto; Mari Maattanen, su madre, fue tenista profesional. Ellos creen que, a pesar del ‘fenómeno Jan’, “nuestras vidas no han cambiado en absoluto. Somos la misma familia con los mismos objetivos y los mismos sueños”. La familia Silva lleva dos años instalada en París y ya se encuentran totalmente acoplados. “Los niños se parecen a otros críos de su edad. Se levantan por la mañana, se preparan para la escuela y cuando vienen del colegio continúan con sus actividades: Jan se va al tenis o al fútbol, Jasmin (4 años) a gimnasia y Kadyn (12 años) al baloncesto. Jan es una pequeña celebridad en el mundo del tenis pero entiende que el camino para jugar a un nivel de élite es muy largo”, indica Scott.

El padre de Jan explica que “no hemos ganado un penique con Jan. Hemos hablado con mucha gente sobre el patrocinio de Jan y su hermano, pero de momento sólo han sido conversaciones. En enero firmaremos con la primera empresa que haga una oferta razonable, una empresa que no tenga miedo de la opinión pública, que sufrague los gastos de Jan y que quiera compartir la atmósfera positiva que vivimos”.

La situación en la que se encuentran los padres de un niño prodigio como Jan no es fácil y en su día, Scott y Mari pidieron consejos para poder afrontarla. “Pedí a Richard Williams que me diera algún consejo cuando nos encontramos en Roland Garros. Él se rió y me dijo qué había vivido esa misma situación con Venus y Serena y que no tuviera miedo de no terminar lo que hemos empezado”, indica. Si él tuviera que ser quien diera consejo a alguien como él, Scott le diría que “no importa como el resto del mundo mira a tu hijo e intenta colocarlo en un pedestal por lo que él hace con la raqueta. Su responsabilidad como padre deber ser criar a esa persona para que la gente lo mire y admire por lo que hace fuera de las pistas. Arthur Ashe dijo que ‘con lo que consigues sobrevives, pero lo que das es lo que te hace vivir'”, sentencia el progenitor. Traducido a nuestro refranero popular, sería algo así como ‘mejor dar que recibir’. Gracias familia por darnos una parte de vuestro tiempo.